Hicimos todo el camino de vuelta en silencio. Creía que estaba durmiendo. Miraba por la ventana. No decía nada. El sol era naranja, inmenso, ocupaba todo el oeste. Las suaves colinas de Andalucía. El coche aún olía a arena y sal y parecía el suenio de una resaca. El motor era un ruido suave y constante. Íbamos dejando atrás la playa como la distancia de las fotografías y delante, más allá de las montanias amarillas del calor, la realidad.
Yo pensaba que en unos días estaría en mi sitio, con una identidad fingida, en un país prestado, con la piel quemada y un manojo de historias que no se cuentan y que acabarían por olvidarse. Ella pensaba que volvía a su sitio, con su marido y sus dos hijos, a respetar su papel de esposa frustrada, con el cabello enredado en las esquinas de la cocina.
Creía que dormía. Dejé caer una pregunta
"Lo olvidarás?"
No movió un músculo. Miraba por la ventana. El sol ocupaba todo el cielo.
"... claro."
Dos enormes transatlánticos que se cruzan enmedio del mar y siguen su camino. Aviones que no colisionan. El aire tenía treinta y nueve grados. Antes de la puesta de sol debíamos estar en la ciudad. Yo necesitaba dormir.
After Sun
Publicado por Búfalo um 20:42
Etiquetas: Literaturas, Telegramas
1 Comment:
Cómo lloran los que no quieren dejar huella al volverse y no ver ninguna de las suyas en la arena...
(... o cómo suena la algarabía de mentiras que es la vida impetuosa)
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