- Sigo pensando que tienes que hacerte un blog.
- ... Está bien. Mira, me voy a hacer un blog sólo porque me lo has dicho tú. Pero no esperes nada gordo. Si me hago una cosa de esas escribiré lo que me salga de los cojones, y a la mierda el respetable.
- Claro. Mejor eso que desaparezcas del todo.
(Fragmento de la conversación que tuvimos)

Cuando volví al salón sólo había botellas rotas y vino en el suelo.
Botellas y vino en el suelo. Botellas y vino en el suelo.

Despertando de la cuarentena, las jaulas de cuando quedaban ramas que quién las quiere. Las jaulas.
Entonaba canciones, entonaba la canción del Joyce que se ahogaba, del Milton, de la tabla del tres, a palos con las biblias de los Steinbecks y los Derridas, entonaba, el muy caníbal, canciones a palos de cuando las costillas tenían comida.
Claro que sí, claro que estabas allí. Te bebiste mis mismas copas y fumamos del mismo jachís.
Arrodillando el hombro como buenos centauros.
Qué terribles eran las venas!
Qué dura era la sangre!
De las esquinas del jarrón surtían como claveles
los viajes clandestinos de ya sabes dónde.

Y después, telegramas que cosan los costados de los pezpuntes al abrigo del frío.
no, Juan, no saben escribir la palabra "olivo". Nadie sabe escribir la palabra "olivo",
ahora, mírame a los brazos y dime si te miento cuando te digo
Que he visto a Brecht, a Artaud y a Wittgenstein y dicen que ya vienen de camino,
habrá que volver a la tauromaquia como filosofía y a la ciencia como fe,
y a pintar con los dedos todos los torsos que quepan en las manos,
helados de fresa y cintas del pelo,
mil millones setecientos ochenta mil quinientos noventa y siete,
qué bonito será todo pasado maniana!
yo voy a estar ahí para verlo, te apuntas?

Mittwoch, 24. November 2010

Reservas de hotel

Desde la antípoda de los telegramas
condenado a llevar traje de chaqueta y a hacer la reverencia
de los cortesanos del tinto de cincuenta euros
sin pasado frotando la frente contra los libros, aún así,
sigo patrullando las esquinas por la morfina de da igual dónde
vosotros os habéis vuelto todos locos, qué estaréis haciendo?

Y mientras me reservan una habitación en el centro de la próxima capital busco la tronera
donde esconder la bola ocho y el resto de los imanes, el truco de las trampas
se creerán hasta que soy tartaja
respetable y ordenado
planeando en cómo buscar el rincón de donde dijimos y que no nos vean, viajo para no ver nada
mientras preparan el buffet de mediatarde

Y te mandaría un telegrama de auxilio si lo pudiera encontrar
te rogaría cualquier cosa si se me rompiese otra tripa pero qué quieres que te diga
a mí todos los desiertos me parecen familiares
y si te digo que mis últimas cinco proposiciones tenían diecinueve y veinte anios seguro que me crees
corriendo mis carreras de fondo mientras me queden pulmones
y vosotros qué estaréis haciendo? os habréis acabado de volver locos?

Yo no paro de vernos por las esquinas de todas las ciudades
y podría ser más amable, ya lo sabes, pero tampoco me voy a forzar si no pesco
y desde la antípoda de los telegramas no se apuntan los tiros, ahora juego fuera
y este clima no es fácil, ya lo sabes, si lo sobrevives eres un campeón, aquí sigo
peleando el siguiente asalto, estoy eufórico y perdona si no se me nota
vosotros os habéis vuelto todos locos, otra vez, locos de remate.

Donnerstag, 18. November 2010

Clase de ciencias

Esperando que asomes para desbaratarte un piano en el costado. Recordando con cuidado las sinfonías de los pies descalzos. La punta de los dedos. Con cuidado como si fuera o fuese. Dicen que fuera llueve y a quién le puede importar el cielo. Desbaratarte el cabello. Tuve un pequenio cuidado por si acaso y entonces ocurrió el acaso. Daba igual el color del cielo. La marea del sofá y el azul del té. Circundando costas hasta los bordes de las almohadas. Cartografía pura. Podría pintarte con los jos cerrados.

Jugando a ser ciegos, luz que quién la quería, el regusto verde del naufragio y echa las persianas. Desbaratarte un piano en el costado, seré tu raptor, te repartiré las teclas por las esquinas y haré un ajedrez con los bemoles y los sostenidos, con el fa y con el sol, tu la, mi mi, a pasitos el nocturno de la puerta cerrada, de los tejados, la punta de los dedos, el color del cielo. Y el arco de la espalda tiende un puente. Al otro lado, se dejan desbaratar los párpados de las ventanas. Algo que estalla en silencio. Eres un animal mitológico.

Y quién me va a robar lo que mis ojos se han tragado. Allá, más allá de las ventanas, quizá, podrá ponerse el sol del color que quiera. Desbaratarte un piano en el costado. Tropezar con cada una de las teclas como si no supiera o supiese que toco el piano. Querer ser torpe para empezar por la primera lección. Arquitectura. Geografía. Cosmología. La pequenia melodía que puede sacar un piano que se te desbarata en teclas torpes. Empecemos de nuevo. Por dónde íbamos? Tenías descalzas las persianas de los párpados, sí, y se te desbarataba un piano en el costado. Qué barbaridad. Cómo se te desbarataba un piano en el costado.

Y ahora vuelvo a esperarte por las azoteas. Me echo las cartas y me sale un piano. Tiro los dados y sale una tecla. Trenes que asoman por las ventanas. Quién me roba las ventoleras en el pelo y todo lo demás. Soy un mentiroso. Te dije que te escribiría un poema, y mira lo que ha salido. Un piano que se desbarata en tu costado. Somos unos atletas. Voy a volver a empezar para aprenderte de memoria. Voy a desordenarte las teclas más veces. Lo que mis ojos se han tragado. Cartografía pura de la punta de los dedos y desbaratarte desbaratarte desbaratarte, un piano entero en teclas qué locura por todos tus rincones. Y otro más. Azúcar en café. Te tengo un piano en la cabeza. Tu espalda se cruzaba con la ventana y los párpados descalzos tocaban las unias del sofá, el puente se desbarataba y estas teclas son las que sonaban mientras el sol quién sabe dónde estaba el sol haría su ronda. Después nos fuimos por los tejados. A maullar esquinas. Aviones que se cruzan en medio del cielo. Te escucho en todos los pianos. O más.

Donnerstag, 4. November 2010

 
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