Esperando que asomes para desbaratarte un piano en el costado. Recordando con cuidado las sinfonías de los pies descalzos. La punta de los dedos. Con cuidado como si fuera o fuese. Dicen que fuera llueve y a quién le puede importar el cielo. Desbaratarte el cabello. Tuve un pequenio cuidado por si acaso y entonces ocurrió el acaso. Daba igual el color del cielo. La marea del sofá y el azul del té. Circundando costas hasta los bordes de las almohadas. Cartografía pura. Podría pintarte con los jos cerrados.
Jugando a ser ciegos, luz que quién la quería, el regusto verde del naufragio y echa las persianas. Desbaratarte un piano en el costado, seré tu raptor, te repartiré las teclas por las esquinas y haré un ajedrez con los bemoles y los sostenidos, con el fa y con el sol, tu la, mi mi, a pasitos el nocturno de la puerta cerrada, de los tejados, la punta de los dedos, el color del cielo. Y el arco de la espalda tiende un puente. Al otro lado, se dejan desbaratar los párpados de las ventanas. Algo que estalla en silencio. Eres un animal mitológico.
Y quién me va a robar lo que mis ojos se han tragado. Allá, más allá de las ventanas, quizá, podrá ponerse el sol del color que quiera. Desbaratarte un piano en el costado. Tropezar con cada una de las teclas como si no supiera o supiese que toco el piano. Querer ser torpe para empezar por la primera lección. Arquitectura. Geografía. Cosmología. La pequenia melodía que puede sacar un piano que se te desbarata en teclas torpes. Empecemos de nuevo. Por dónde íbamos? Tenías descalzas las persianas de los párpados, sí, y se te desbarataba un piano en el costado. Qué barbaridad. Cómo se te desbarataba un piano en el costado.
Y ahora vuelvo a esperarte por las azoteas. Me echo las cartas y me sale un piano. Tiro los dados y sale una tecla. Trenes que asoman por las ventanas. Quién me roba las ventoleras en el pelo y todo lo demás. Soy un mentiroso. Te dije que te escribiría un poema, y mira lo que ha salido. Un piano que se desbarata en tu costado. Somos unos atletas. Voy a volver a empezar para aprenderte de memoria. Voy a desordenarte las teclas más veces. Lo que mis ojos se han tragado. Cartografía pura de la punta de los dedos y desbaratarte desbaratarte desbaratarte, un piano entero en teclas qué locura por todos tus rincones. Y otro más. Azúcar en café. Te tengo un piano en la cabeza. Tu espalda se cruzaba con la ventana y los párpados descalzos tocaban las unias del sofá, el puente se desbarataba y estas teclas son las que sonaban mientras el sol quién sabe dónde estaba el sol haría su ronda. Después nos fuimos por los tejados. A maullar esquinas. Aviones que se cruzan en medio del cielo. Te escucho en todos los pianos. O más.
Clase de ciencias
Publicado por Búfalo um 20:59
Etiquetas: Abenyusuf, Literaturas, Telegramas
1 Comment:
Los tanteos con la voz podían haber dado pie a una granhistoriadeamor, no sé si la isla tendrá camas para todos. Los náufragos tienen música de arpa, se rinden a la espera de un salvamento in extremis. Bisbiseo de la muerte.
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