Yo lo que quería era follarme a Frau Willenbeck. Que sí, que no era precisamente jóven, que miraba con desprecio y que era la Directora, pero igual me la quería pasar por la piedra. Quizá por eso. Verás, qué puede pretender alguien que, con cincuenta y pico, lleva minifaldas vaqueras?. Es cierto, intentaba disimular las arrugas con un maquillaje horrible, se tapaba la frente con un flequillo de chavalita y, a pesar de todo, si la mirabas bien, detrás del envoltorio se había escondido una tía generosa, exuberante y ligeramente guarra.
Pero de todos los adjetivos que le puedas echar, lo que más me ponía era su manera de despreciar a la gente, su modo de pasear la autoridad, lo hijaputa que era. Todos la obedecían como si fuese una especie de Papisa déspota. Yo también. En las grandes reuniones, formulaba su punto de vista con asco e indignación, el resto se echaban las manos a la cabeza y yo me cruzaba de piernas porque me molestaba tanta sangre en el mismo sitio. Soniaba con bajar al pilón bajo la mesa mientras que ella soltaba una charla sobre lo que hay que hacer y lo que no puede ser. Soniaba con concertar una cita y ponerla a caldo en su despacho. Soniaba con follarme a esa figura poderosa que representaba Frau Willenbeck. Sólo con pensar en escuchar aullar a la Seniora Directora me empalmaba. Sentir sus jadeos en el cuello y sus tacones en la espalda. Joder, estaría dándole hasta exprimirla y, por la maniana, me pondría una gotita de su flujo como si fuese perfume: un poco en el cuello y otro poco en las muniecas, y me sentiría como si fuese a la ópera.
Menuda jaca estaba hecha la Frau Willenbeck. Lo que más me jodía era pensar que, en realidad, ella era lo de menos, lo que me la levantaba era lo que representaba, el poder que tenía, y su manera tirana de usarlo. Lo que me la hinchaba de verdad era ver a una Directora comiéndome el rabo y que me suplicase todas las ganas que las arrugas entierran. Soniaba con concertar una reunión en su despacho, explicarle profesional y confidencialmente que no puede ser, que "lo siento, su tono de dar órdenes me la pone muy dura y a veces es bastante incómodo. Sé que usted tiene su posición y yo la mía, de cualquier manera, no puedo evitar que se me ponga... así", y enseniarle la polla, para que viese que soy sincero. "... Y si usted es la que da las órdenes aquí, ordéneme que baje al pilón". Tendría dentadura postiza?, cómo se sentiría una mamada sin dentadura?. Follarme a Frau Willenbeck, éso es lo que necesito. Éso es lo que necesita ella, pero aún no lo sabe. Nadie como yo le plancharía las arrugas con tanta devoción, nadie como yo haría los deberes y los repasaría después, nadie.
Definitivamente, lo que yo quería era follarme a Frau Willenbeck. Es gracioso que no lo sepa. Incluso cuando la miro, pienso a gritos obscenidades que tampoco voy a transcribir y, si mira, lo traduzco en una sonrisa amable, modesta e hinchada de sangre. Joder, ese alma de dictadora me pone las pilas. Y de qué manera.
Joder.
Deshielo.
Publicado por Búfalo um 14:48
Etiquetas: Abenyusuf, Pre-historia
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