Arcadas II

Abramos la cajita de los horrores, te manda el cielo para cargarme de cuchillos o para acolcharme un cajón de rojo?, la providencia cargada de deseos y de serpientes, menuda morfina, para hartarnos de manzanas, has traido dos bandejas de plata, ahora sólo faltan nuestras cabezas.
El corazón se me empalma cuando descuelgo el teléfono, tu toro va desgastando las horas a ver dónde recaigo y los hospitales a esta hora andan cerrados, seguro que me has preparado un saco de dormir para que nos calentemos las tripas con algo que no sea sopa y mientras tanto, más allá las montanias de aquí al lado, te vas tallando mi nombre en el olivo de tu brazo izquierdo, suena la sinfonía de la agonía. Sígueme los pasos, me los sé de memoria.
En la cerveza de tus Viernes por la noche salen a flotar los barcos que debimos estrellar, un fabuloso espectáculo lleno de tropas de cartón y corcho blanco, escopetitas de plomo, lazos con agujas, las drogas que no nos tomamos porque no nos cabía, saliendo por el corcho de la botella de tinto, toman forma los callejones de tu pecho lleno de esquinas y navajeros, mira, para cantar la copla que pretendes hay que naufragar tres veces en la bahía de tu omoplato, hay que atascarse la garganta a base de gritos amordazados y que no salpiquen al interlocutor, hay que sonreir con la perfidia de los días revueltos y pretender que no fueran veneno, para tatuarse la retina con tu paraguas sólo hay que estrellarse en el cielo de las ostias que debiste darme, las que te callaste porque, en el fondo, no era lo suficiente criminal, criminal, en el fondo, en el fondo sólo hay peces, olvídate de lo del tesoro.
Ahora dí que fueron violines y pianos, ahora relata la historia con los colores de los cuadros que dijiste que pintarías, menudos viáticos al rincón de tu cuarto, menuda cristalera que daba a la avenida, recuerdas?, la partimos cuando saltamos para suicidarnos, recuerdas? somos los únicos que nos hemos suicidado más de cinco veces, esas cosas no se olvidan, ahora intenta aterrizar tu avión en mi pasillo, yo fui el que mató a tu perro, nos lo comimos con Rioja la noche de tu cumpleanios, recuerdas?, dijiste que tenía mucho comino y yo no contesté porque no había comprado comino, tu estómago es un cementerio carinioso donde se abrazan las almas los muertos de frío, una especie de útero donde duermen las tardes acolchadas de cuando nos dedicábamos a acuchillarnos, lo más parecido a un matadero.
Lo más parecido a un matadero.

Donnerstag, 12. März 2009

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