Cicatriz

Eres mi eco, se había dicho frente al espejo, una pantomima, un simulacro. La Primavera de las radiografías le crecía en el tobillo, flores metálicas que se incrustan en las articulaciones, pies que no saben conjugar el verbo bailar.
La ventana no entendía de tornillos ni de placas de acero. Con pasos defectuosos volvió a la silla a escuchar sómo la sangre le iba recorriendo rítmicamente. Pensaba que era una máquina biológica. Que sus arterias alimentaban no sólo células sino también acero. Acero que no se oxidaba. Se acarició la cicatriz. Piel fingida, pensó. Tallos que se injertan para sujetar los cuellos. Sin aceros, se caería como un castillo de postales. Soy una flor? se había preguntado mientras intentaba guardar el equilibrio. Guardaré el suenio de las cicatrices y soniaré con correr y saltar, con azoteas y lunas agarradas por la cola, soniaré con el silencio de las puntillas y el rumor del martillo... El espejo reflejaba un fantasma remendado de agujas y relojes.
El frío venía llegando solemne por la esquina. Torpemente, apoyaba las articulaciones para moverse. La cicatriz resistía como una bolsa de plástico con un paraguas. Era un baile de madera y cromo. Marionetas que fingen ser flores. Oraciones de matemáticas.
Tras el baile monstruoso de los bastones volvió al espejo (Eres mi eco, una pantomima, un simulacro). Ambos se senialaron y dijeron Tú eres yo. Ambos se senialaron y dijeron Tú no eres yo. Ambos vestían horriblemente cicatrices. Qué frágil es la carne. Respuestas brillantes de acero y clavo, ecos de voces que se sujetan con alambres y bastones, silencio de herramientas.
Suenios que acaban en punta y aguja, engranajes que funcionan como ecuaciones exactas, ballet de hojalata que no reconoce el sonido de los colores. Clavé la luna para que no se rompiera. Invierno llega. Subiré al desván.

Sonntag, 1. August 2010

1 Comment:

abenyusuf said...

El desván salida final enlaza esta semántica de la hibridación carne-metal con la del niño-nana-hielo-azul.

El juego del doble trabaja en profundidad el misterio de la escritura autoficcional.

Las palabras son obras de anulación y palos al ego. Así entra el saber en la carne.

 
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