El hijo del señorito llevaba un jersey nuevo. Septiembre era la temporada de la guerra y Rafael se peinaba con raya al lado. Soñaba con revueltas, con apedrear escaparates y huir, con las azoteas en el polo sur y con justas, "serás piloto" dijo su padre, y en el campo esperaban las aceitunas y el sol más crudo.
Rafael corrió a la ciudad donde nadie conocía su nombre. Jugaba al ajedrez con los hijos de los señoritos y a veces ganaba. Libros, farolas, pisos de alquiler y madrugadas. Fuegos de San Juan para calentar las tripas y revoluciones que, por bordarlas, se tiran por la borda.
Por fin Rafael tiraba piedras contra los escaparates y nunca le cogían. En el retén turnaban la guardia pero nunca dejaba el frente, hasta que un día, en el fragor de una de esas, se oyó un disparo.
Vi cómo caía y cómo me fingía una sonrisa diciendo "yo estoy genial, sigue tú que yo voy detrás". Fue otra más y yo dejé el vicio.
La última vez que me lo encontré llevaba bastón. Decía que los escaparates eran pequeños, que ahora pensaba en algo mayor y que esta vez sería la definitiva. Quise invitarlo a un café, iba tan despacio con el bastón que sin querer me adelanté. "Sigue tú, yo voy detrás", me sonaba de algo. Me tomé los dos cafés y me cansé de esperar. Supongo que encontraría a alguien con quien conspirar. Todavía, cuando escucho las revoluciones en la radio me acuerdo de Rafa y su manera de tirar piedras. Todavía espero que salga en las noticias pero no aparece. Seguro que sigue fuera de casa. Sí, lejos de casa.
Revoluciones y escaparates (el blues de Rafael)
Publicado por Búfalo um 12:57
Etiquetas: Abenyusuf, Pre-historia, Telegramas
1 Comment:
Rafael no se contentaba con las revoluciones a medias. "O ganas la revolución, o ella te gana a ti", solía decir. Tampoco creía en la separación de teoría y práctica. Lo que se podría interpretar como clandestinidad era más bine un deseo de multiplicación, hoy en un barca, en un congreso anarquista, también en una velada monedista.
Sus poemas sonaban a dinamita...
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