Volví a sacar el traje. Inevitable. Invitaciones, citas, reuniones con tanta gente que me quedo solo, sonrisas -qué pretendes con esa mueca?-, miradas -a qué viene ese interés?-, regalos -no quiero acordarme de tí. Parece que no comprende. No sabe que soy un fantasma, una ilusión que caduca en un rato, Supermán de un cuarto de hora, no me pidas más, en un rato me voy.
Volví a sacar el traje y la fiesta ya había empezado. Hoy estás espléndido, habían dicho, es un disfraz, pensaba, diálogos que no se dicen, fuegos que son ardores atravesados en el estómago, jugadas magistrales que acaban en córner. Me enroco. Póquer de damas y yo con el alma de un comodín. Desde el rincón, traje de luces para cuando se acaban las velas. Tengo el alma de un santo y la polla de un pervertido, lo que queda entre medias son medianías y el resto no sirve, apuesta y si tienes suerte me iré a casa antes de que todo acabe por explotar. O no.
Volví a sacar el traje, yo era una percha, poco más. El café ya está hecho. Ahora vuelvo.
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