Movimiento I
La gente que viaja en los trenes me mira como si nada, no soy sospechoso, el milagro se ha producido: no necesito un paraguas para pasear, tengo un acento exquisito y pido café para llevar, así no pierdo el tiempo. He dejado de echarle el pulso a cada par de ojos que me clavan al cristal de las ventanas del tren. Media vida de uno en otro. Ya no me importa, me importa a medias, ya casi está conseguido, domesticado, juego a que soy agente secreto, me pongo en marcha y vuelvo a volver: trenes, bicicletas, días y exámenes. Yo siempre quiero decirles “estoy rematadamente desquiciado”, quiero decirles “no véis quién me disimula?”, les digo “cómo os váis a fiar de un tipo como yo?, yo nunca dejaría mi vida en manos de un adicto de este calibre”, a cambio ellos oyen “debéis ser rectos y honrados y ligeramente epifánicos”, ellos oyen “sed inteligentes y olvidad los inciensos de las fábricas que construyen la arquitectura de las matemáticas”, ellos oyen... qué me importará a mí lo que ellos oigan?, yo ya pasé esa rubeola, la superé y no me considero un superviviente especialmente dotado, todo lo contrario, acabé huyendo con la velocidad que me permitían los tacones de mis botas... después descubrí el maquillaje... la gloria del travestismo. Dame una camisa planchada, dame un afeitado perfecto y unas patillas a lo Dylan y te recito el poema de las preposiciones, la oda de los subjuntivos y la quinta declinación “res – rei”. Y de postre podemos ponernos de éxtasis hasta las cejas, de postre haremos gimnasia en un concierto punk o nos intoxicamos el estómago a base de trufas de hongos. Exquisito. Cada cloaca tiene su caviar, no me dejes con la miel en los labios – le dije antes de la estricnina, pero eso es otra historia. Caviares. A mí todo me parece perfecto. Ya no tengo edad de protestar, y si lo hago es para que me den más. De lo que sea.
Y mientras bailo la calavera de los días siguientes me pregunto dónde quedará el siguiente enterrador. He dejado de creer en el Big Bang, en el Dios de los Mormones y en cualquier predicador con piercings, he pasado por casi todas las etapas de lo creíble, ahora busco el siguiente round: creer en lo que no se puede creer “en lo increíble vas a creer?”, claro, preciosa, es como tener un duenio que no es tu amo, como tener a un maestro que no ensenia, un gurú que no está o un presidente que trabaja contigo. Sólo voy a creer en mi Madre. Y en las rubias que llevan bicicletas holandesas, ya puestos a elegir, hagámoslo de una manera responsable y ligeramente caótica. Tú qué dices?.
Más tarde me bailan los dientes cuando pienso en las cosas por hacer, pero más me han bailado hasta llegar aquí. Me refiero al fin de semana. Me refiero a la primavera. Me refiero a que, cuando me relamo, la comisura del labio superior me sigue sabiendo a gamba. Prometí que no me lavaría los dientes y cada día tengo que alimentar la caries con un filete de ternera, para que no se encarnice en el marfil. Me refiero a las cicatrices.
Movimiento II
Sabes? Un día me encontré a un tío que iba por la calle arrastrando un ataúd negro. El hijoputa me mira, se sorprende y se le inyectan los ojos en sangre. Me grita: “Tú!!... tú!... por fin te encuentro hijodelagrandísimaputa!!”, yo no tenía ni idea de porqué me hablaba a mí. “Sí, no me recuerdas?, claro, cómo te vas a acordar” (yo pensaba que el tío apestaba a perros muertos, pero era el aliento el que le cantaba como una bandera) “... perdone, pero... le conozco de algo?”, el tío pensó durante un segundo y medio, casi lo confundo, me dice “mira, gilipollas, tú aún no lo sabes, pero dentro de cuatro anios, en el dos mil quince, vas a hacer el imbécil con mi mujer, cabronazo, os vais a ir y me vais a arruinar... prometí que te encontraría donde fuera... donde fuera!! y prometí que te mataría... este ataúd es para ti, lo llevo arrastrando desde entonces”. Lo peor no era que este tío me buscara con un ataúd preparado para mi, lo peor no era que el tío viniese del futuro para matarme... lo peor es que yo también lo recordaba... pero me hice el sueco. Y tú me dirás “y a qué viene ésto?”, la verdad es que yo tampoco lo sé, sólo puedo contarte las cosas que me pasan. Así son, y así te las cuento.
Movimiento III
“Novotel” pone en el letrero de arriba del todo, esta noche hay un concierto de una americana que toca la guitarra y ahora mismo firma autógrafos tres mesas más a la izquierda de donde me siento. Yo no la conozco. Para mí no es un ídolo, ni una estrella, ni su nombre significa nada para mí. Hace un rato tuve que salir para fumarme un cigarro y allí estaba la tipa. Cuando me acerqué para pedirle fuego tenía cara de asustada. Después de darme fuego, para tranquilizarle, le comenté que qué raro, que hacía sol y que por fin había dejado de llover. Tímidamente entablamos una conversación sobre Espania, Andalucía, Sevilla y el flamenco. Me dijo que creia que había estado. Le contesté que eso no podía ser posible, que cuando alguien va a Sevilla no lo olvida, hay ciertas cosas en la vida que se quedan tatuadas en la retina, la Giralda es una de ellas, quiero decir, en espíritu. “Procuraré no olvidarlo”, me contestó, “hablas raro”, me dijo, “normal, cuando uno tartamudea todo suena a 'remix'” - “no me refiero a cómo hablas, sino a las cosas que dices”. Terminamos el cigarrillo, yo quería invitarla a un canuto, contarle que vivir de hotel en hotel es poco práctico y contarle que el café que yo hago es mucho mejor que el de la barra de ahí dentro, pero no me dió tiempo. Otro tipo raro le dijo desde la puerta algo que no pude entender y se fue con cara de aburrimiento. Todavía tengo su mechero. Ya se lo devolveré cuando no esté rodeada de gente. Mejor no. No soportaría saber que hablo con una persona genial. No pienso preguntarle quién es. Ya tengo bastantes ídolos con mi Madre. Seguro que no me entiende.
(...)Joder. Ha llegado seguridad del hotel, ha desalojado a los fans de la tía ésta y, cuando se van, se me acerca. Antes de que llegue, saco el mechero pensando que me lo va a pedir. Me acaba de decir que esta noche toca, me ha dado una foto firmada y me ha sonreído. Mierda. Le gusta ser ídolo. Ya no quiero invitarla a un canuto. Ya no quiero verla. Que le den. Será engreída?. Me quedo con el mechero. Estos americanitos nos están machacando y no sólo con su acento de “Chuin' gam”. Qué corahe.
2 Comments:
La mística india de la manzana y de la visión sorda: todo es gramo de fina espuma, arrojado a la cena de los fantasmas.
Cuanta atrás: silencio, urbanidad, huevos.
Casi casa con zumo de maranja, como de niño.
No tengo ni idea de lo que ha dicho Juan.
Muy bien Bufalito, la próxima vez tú solo ¿vale?
Releyendo, me he dado cuenta de que He dejado de echarle el pulso a cada par de ojos que me clavan al cristal de las ventanas del tren no me gusta. Creo que hay demasiadas aes.
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