Parece que cada noche me tengo que acostar con dolor de cabeza. Parece que tengo que llevar la carga de otro encima de la mía propia, como si fuera poco.
Cada noche me tengo que comer la cabeza, cada noche me toca el sorteo del despecho, antes de irme a la cama tengo que aguantar lluvias y truenos y tormentas de uno y otro y el imbécil de mí tiene que contestar cortésmente y un poco avergonzado. Cada noche tengo que tragarme sapos y culebras porque a nadie le interesan. A nadie le interesan. Y cada noche, antes de perder la cabeza, me tengo que enterrar y hacerme vudú, a ver quién se levanta y a ver por dónde tira.
He robado como un cosaco. Me he drogado como los profesionales. He sido el mejor amante para unas cuantas y no he encontrado ni una que de la talla. Qué quieres, que me alegre?. He sido un patán con la boca llena, un hijoputa sin estilo y un refinado mentiroso, me he travestido de corbata y se lo han creído, he apuntado a cualquier lado del cielo y ha salido el sol, el Sol, sobre las nubes como los aviones, me he ensuciado como los puercos y me he despertado sin tener ni idea de dónde estaba.
A mí nadie me aguanta las pedorretas ni los cambios de humor. Me lo como todo y no dejo nada en el plato. Me he adiestrado para evitar marrones porque ya he ardido demasiado y sé que nadie, nadie, se tiene que comer mis rabietas si el mundo es una mierda o si me tangan como a un chino, prefiero hacerme una paja a echar un mal polvo, prefiero solo a mal acompaniado, administrarme mi propia metadona, cuidarme a base de chocazos contra las esquinas y échate a un lado si te molesta, nunca conté con nadie para robar e invité a todos cuando tenía suficiente, nunca pedí un hombro cuando estuve chungo porque preferí meterme en la cama o meterme lo que pillara para curarme el alma y se me curó. Vaya que si se me curó. Todavía arrastro en más de una ronda. Todavía no me han puesto en mi sitio y eso significa que no me equivoqué demasiado, todo lo contrario, un día ví llover y eran monedas de mil euros. Todavía me voy por las alcantarillas por aquello del instinto. Y menudo instinto, el que me mantiene.
Ahora llámame mentiroso. Dime que me invento tonterías cuando escucho la pregunta de "dos vehículos van el uno hacia el otro. Uno a una velocidad constante de 120 Km/h y el otro a 80 Km/h..." yo ya rompo el examen, dimito, de accidentes ya estoy servido. Tú allá si quieres contestar. Yo paso. No juego.
Las siete y media. Ya se han secado las alas. Ya están limpias y preparadas. Esta noche va a ser larga.
Preparados... Listos...
Fuego!
Pa mi
Publicado por Búfalo um 18:49
Etiquetas: Cartas, Telegramas
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