Terciopelo

"Búfalo, y tú te vas a venir conmigo", me había dicho confidencialmente en la fiesta. Llamó a un taxi y en diez minutos estábamos de camino. "Y adónde vamos?" - "Ah, es una sorpresa, tú no dices siempre que te encanta aprender? pues hoy te toca a tí ir a una clase. Tú tranquilo, si te molesta, o te disgusta, sólo dímelo, vale?".
"Dolorosa" decía la placa de la puerta. No había un gran cartel luminoso ni parafernalias anunciando lo que había allí dentro. "Un momento. Ven" fuimos a una esquina y se hizo otras dos rayas. "Esto, para que no pierdas ojo". Exageraba. Seguro. Después, me miró de arriba a abajo "recógete el pelo y límpiate un poco los zapatos". Ya no sonreía. Se peinó con los dedos y nos acercamos a la puerta. Llamó. Se abrió una rendija horizontal. Dos ojos que nos estudiaron de arriba a abajo. Se abrió, era un portero de más de dos metros con unos músculos que no le cabían en el traje, rapado y con un tatuaje que le subía por el cuello. "Pasen, seniores". Entramos y fue a hablar con él a una mesa en el recibidor. No había ambiente de fiesta. Una música suave y un tanto delicada, susurros de conversaciones y olor a cortinas de terciopelo. Suelos limpios y decoración Jugendstil. "Sin problema" volvió con una palmadita en la espalda.
Yo imitaba lo que hacía él, la misma posición de las cejas y la cara de rutina fingida. Mientras entrábamos, me explicaba. "Ésto es un local un poco... diferente, pero oye, de verdad, si te molesta o algo..." - "ya, ya, déjate de detalles y al grano" - "vale. Te acuerdas lo que hemos hablado en la fiesta?, pues Hanna trabajaba aquí, por eso se reía..." (Hanna? quién era Hanna? no tenía ni idea de quién era, pero yo asentía con normalidad) "... Qué tomas, lo mismo, no?" "... Sí, claro, pero que no te ponga mucho hielo". Una barra oscura con luces bajas. Gente con buenos trajes y perfumes caros, yo sería el más jóven de todos, la camarera que nos atendió era preciosa. Apenas nos sirvieron la copa, otra camarera se acercó "Seniores, en breve comenzará otra sesión en la sala azul, si lo desean, será un placer contar con ustedes" "Sí - contestó él - cuenten con nosotros para esta velada" "Un placer", inclinando un poco la cabeza se alejó hacia otra mesa. "Tío, a qué viene esta cortesía tan rancia?, me has traído al siglo dieciocho?", "No, hombre, no, (sonrió) esta gente te trata como si... imagínate que estás en un juego de rol, vale?, pues lo mismo, tú métete en el papel y punto, tampoco hay que cambiar tanto. Venga, dale un trago que nos llevarán la copa más tarde".
La sala azul. Un salón grande con unas sillas colocadas en círculo alrededor de una tarima parecida a un escenario pequenio. Unas ocho o diez sillas también de terciopelo. Había hombres y mujeres, "Siéntate aquí" me senialó una silla y nos sentamos como los demás, rutinarios y con aires de importancia. Una suave musiquilla delicada de fondo iba sonando cada vez más alta. Se cerró la puerta.
Del otro lado de la habitación salió una camilla. Con un cuerpo. Un cuerpo de chica amarrado con cuerdas azules. Las manos a la espalda. La cabeza tapada por una máscara de cuero azul con cremallera en la boca. Un chico fuerte empujaba la camilla hacia la tarima. Inclinando la camilla, dejó a la chica de pie en el centro. Sus ojos se clavaron en mí. Apenas podía mantener el equilibrio, tan precisas eran las cuerdas que le ataban. El chico la agarró de la mandíbula y le susurró debajo de la música "Oh, estos seniores te están viendo y tú vas desnuda, no te da vergüenza?" y le azotó el trasero sin violencia. Le susurraba algo más que no alcanzaba a entender mientras los demás actuaban como si viesen el cine. Le azotaba el trasero cada vez con más fuerza. Ella asentía con la cabeza. "Ponte de rodillas". Obedeció a duras penas sin quitarme los ojos de encima. De rodillas, cayó con el cuello y los hombros en el suelo. El chico sacó de un maletín unos guantes de látex y un bote de lo que supuse que sería vaselina. "Qué vergüenza!, voy a azotarte como a un caballo, porque eres un caballo, verdad?" - Asentía con la cabeza y emitía un gemido de afirmación - "Cómo?" - la chica repetía el gesto y gritaba el gemido. "Bonito caballo". Sacó una especie de dildo piramidal con una cola larga y empezó a insertárselo en el ano mientras la abofeteaba. La chica cerraba los ojos con fuerza. Gemidos cortos y respiración cortada. Cuando podía, me miraba. Con esfuerzo, terminó de insertárselo. Era lo más parecido a una cola de caballo ("... Buen caballo... bonito" - mientras intercalaba caricias y bofetadas).
Yo no sabía lo que sentía. Asco?, placer?, era todo un juego?. Los demás seguían atentos, alguna sonreía, a lo que pasaba ahí en medio. "Eres un caballo... no te da vergüenza?" alternando bofetadas por todo su cuerpo. La levantó tirando de los nudos y la dejó de rodillas. Le susurró "te gusta, carinio?" y ella sólo gimió. "Contéstame bien" y tiró de la máscara. Tenía una bola en la boca atada a la nuca. mientras le quitaba la bola... un momento... Steffi?... Stefanie Rössner, estudia en el... tercer curso de Literatura Inglesa, sí!, en el último examen le puse un notable. Qué hace Steffi aquí?. Se miraron y ella le dijo "Si, amo". Yo no salía de mi asombro.
"No me digas que te has puesto caliente. Delante de estos seniores, te has puesto caliente?" - "Si, amo". Se lavó las manos con vaselina y empezó a tocarle. Su cara se retorcía, giraba las manos, hacía fuerza contra las cuerdas, me miraba de reojo, cerraba los ojos con fuerza, deformaba la cara mientras respondía "Sí, amo", algunos de los espectadores se tocaban por encima de la ropa. Yo no sabía lo que pensaba. una seniora se había bajado los pantalones, hipnotizada por el espectáculo. "... Todo bien?" - mi amigo en voz baja se preocupa por mí, yo asiento, le digo "Todo perfecto", me sonríe y le devuelvo la sonrisa. Al girar la cara, aún con la sonrisa, me encuentro con los ojos de Steffi, mirando desde el cielo, mientras el chico le acaba de introducir la primera mano. Creo que ella también intentó sonreír. "Buena chica... buen caballo" - "Si, amo" entre gritos y sudor.
Pinzas, cadenillas, una tabla de azotes. Le puso un collar y la paseó de rodillas uno a uno delante de todos nosotros. Tuvo que masturbar a la seniora ("Sí, amo"), soportar la saliva de otro senior ("Sí, amo"), aguantar los sobes de una pareja ("Sí, amo"), vi cómo se la chupaba a mi amigo ("Sí, amo") y cuando estuvo frente a mí... me la saqué ("... Sí. Amo"). Terminó la ronda y volvieron al centro. Le quitó la cola y las pinzas de los labios y sacó un consolador descomunal. Cuando el chico se acercaba a ella, podía oir bajo la música que le susurraba "vamos, preciosa, hazlo por mí". Se retorcía. Cómo se retorcía. Le salían las lágrimas sin intentar llorar. Apenas entró la punta, gritó tanto que tuvo que soportar otra manta de bofetadas. Agarrada del cuello, sorbiendo mocos, "tranquila, carinio, seguro que lo soportas, estoy muy orgulloso de tí, sólo un poco más" - "Sí, amo". Yo no tenía ni idea de la elasticidad de los genitales. Es literalmente increíble. El chico le metía centímetro a centímetro aquel monstruo y ella parecía que iba a reventar. Cómo se retorcía. Cómo gritaba. Cómo lloraba. Los demás se masturbaban suavemente, excepto la pareja, que ya estaban a lo suyo. Ya no me miraba. Quiero decir, ya no miraba a ningún sitio, gemía, retorcía el gesto, pero los ojos no enfocaban nada. "Estoy muy orgulloso de ti, carinio, lo estás haciendo muy bien" - "Sí, amo" - sin apenas respiración.
Cuando pensaba que era suficiente, el chico enpezó a meterle además los dedos en el ano. Ella ya no sabía gritar. Un espectador hizo un ligero gesto con la mano. "Quieres que los seniores se corran en tu cara?" - "... Ss.. sí.. amo...". Se acercó y se descargó mientras ella creo que no se daba cuenta, estaba demasiado ocupada en respirar. "No hay nadie como tú, eres la mejor, carinio, aguanta un poco más, sólo un poco más" - "... Ssss.. ammo" y acabó de insertarle la mano también. Otro espectador se descargó y la pareja ahora era un trío. Fue sacando la mano, no sin dolor. Ella temblaba a orgasmos cuando le sacaba el descomunal consolador. "Ya está. Ya ha pasado. Eres la mejor. Estoy orgulloso de tí", se miraron, el chico sonrió y ella lo intentó, con gesto satisfecho y cansado. El trío estaba terminando, el chico le preguntó "quieres algo más de los seniores" me enfocó los ojos cansados y le respondió "Sí, amo", nos acercamos los tres que quedábamos y ella parecía feliz y radiante, brillante y cansada, mientras el chico le acariciaba la piel más irritada. De rodillas frente a nosotros fue repitiendo "Gracias, senior, es un placer" a cada uno de nosotros con una reverencia atada y difícil. El chico la levantó con sus brazos y la depositó de nuevo en la camilla.

Cuando volvimos al bar, nos volvieron a servir las copas pero nuevas. "... Y?, qué tal?" - "Pues... interesante, muy interesante" (era Steffi!, Stefanie Rössner!, cómo va a volver a mis clases? cómo voy a mirarla? - Una media sonrisa se me dibujaba involuntariamente sin saber porqué). Antes de terminar la copa, una camarera se acerca y nos dice "Seniores, en breve comenzará otra sesión en la sala roja, si lo desean, será un placer contar con ustedes" - "Se lo agradecemos mucho, pero tomaremos otra copa" - "Encantada igualmente", inclinando un poco la cabeza se alejó hacia otra mesa. "Sala roja?, hay otra sala?", "Sí, hay cuatro: Lila, Azul, Roja y Negra, has estado en la segunda más... interesante, como dices tú", "Y has estado en la negra?", "Sí, sólo una vez, pero me fui a la mitad, eso ya es demasiado para mí".

Aquella noche me perdí filosofando sobre el placer, el dolor, el concepto "juego de rol", y esas cosas. Increíble lo de Steffi. Supongo que el concepto "Lealtad" también puede ser satisfactorio. O llegar al extremo. Sólo por llegar al extremo. Como si te gusta el azúcar, y haces un espectáculo tragándote tres botes de leche condensada (menudo ejemplo) o como si eres yonki. Supongo.

Eso fue un Viernes, hoy Lunes me encuentra por los pasillos. Steffi. Los ojos de Steffi perfectamente enfocados. "Hola Frau Rössner", "... Verá usted, creo que le debo una explicación, pero no es lo...", "Un momento, un momento. Yo también trabajo, también estoy puteado y tampoco es nada del otro mundo, pero, a veces me gusta y... " - " Ya, pero a mí me gusta siempre". "... ... Ya... eee... eel Miércoles tenemos clases, no?", "Sí", "... pues no te olvides el comentario de texto, que ya mismo vienen los exámenes", "... Sí..." (Porqué esperaba escuchar la palabra "amo" detrás del "sí"?, porqué me empalmé mientras repetía en mi cabeza "amo"?). Se fue por el pasillo y yo no miré atrás. El trabajo es el trabajo, o le voy a dar clases de Literatura al "Dolorosa"?. Cada cosa en su sitio y yo, con mis gafas.

Tengo que comprar pasta, huevos y arroz. Y tabaco, que me queda poco. A ver qué me hago de cena. Lo mismo me compro unos fideos chinos de esos de cinco minutos, es rápido y llena. En fin.

Montag, 26. April 2010

1 Comment:

Unknown said...

Has escrito literatura, de la buena. Uno se queda un poco con las ganas de saber que pasa en las otras salas. La lectura en voz alta me recuerda el famoso "Escuchamos y obedecemos" de las Mil y Una Noches. El yo que se encuentra a Steffi en el pasillo está a punto de perder los papeles.

Un gran aplauso, sigue así.

 
Bufaladas - Wordpress Themes is proudly powered by WordPress and themed by Mukkamu Templates Novo Blogger