Punki, Peri y todo lo demás.

Volví a Sevilla. El depósito lleno y el motor a punto. Menudo picor. Me picaba el alma y nada mejor que una Giralda para curar en salud, me explico, si la velocidad se mide en kilómetros, mis amigos tienen cohetes, y desde la ventana, derrochando pasión, misericordia y dinero a partes iguales. Familia.
Jugando el póquer de la cerveza, tirando los dados debajo de la mesa y déjame que te cuente de qué van las corridas de toros, mulata, todos te van a decir mentiras, pero la mía suena romántica, cómpramela, tonta, que estoy estudiado, humo, movimientos de brazos, a gritos preguntando dónde cae la próxima. Hasta luego, mulatita, será un placer que me olvides y que te vendan la moto en la esquina. Motos. Desde que quité la tienda no creo en los mecánicos.
Y mientras tanto, por la plaza, van surgiendo Doroteos y Pisones. Espuma de cerveza en los labios extranjeros del pincel a media tarde, esplendor sin nubes, cuerpos, "eres tú!, qué haces aquí?" sorpresas que se esfuman por el canalillo de un verano recién estrenado, la piel tensa, estoy en forma, puedo masticar el hierro de las catedrales y suspirar por el corazón la rosa de todos los vientos, sí, invítame a otra que hoy doy suerte, no lo ves? arrímate, que lo mismo te toca la lotería. Del cuello me agarran "nos esperan en el piso", me despido sembrando de besos el aire mientras me alejo, tiro al plato, dispárame, morena, que si no es muerto no me voy, soy un mentiroso, pero eso ya lo sabes.
Y rizando el rizo, fiesta en la terraza. Erizos de mar, crustáceos, finlandesas y alemanes, estrellas que colisionan de fondo y botellas de champán que explotan, polaca, dice, yo veo a una tía espléndida que es la companiera de piso de mis otras dos mitades, la ciudad va poniendo la mesa, autopistas que se cruzan ahí abajo. Gritamos la canción del impresionante, exquisito, el sabor de la gamba de Huelva y los roscos de Bollullos, ergo gloria, impresionante el descubrimiento: soy yo, en grandes columnas y en el aire de todos los cigarrillos, en una guitarra falsa y flamenca, hoy hay fiesta, pero yo ya llevo el pecho de farolillos y lunares de mejilla gitana, baila conmigo, si te pierdes te marco el ritmo con los tacones, tú sigue mis tacones, sigue y siguen hasta la siguiente parada, un bar donde la cerveza la sirven cristalizada de lo fría que la ponen, yo ya estaba sordo, quería decir "óle" pero se me escapó algo más. Placer y privilegio, el ser desalojado de un bar por la puerta grande, como tiene que ser, desde el suelo pude oír cómo todos se reían. Yo quise brindar, pero no me salía.
Mi Sevilla. Abrazos repartidos y ataques de brillantez. Peri, Punki y el resto. Tomándole el pulso a la bestia. Y tras uno de los cafés, Rubita que habla con sus amigos. Yo soy más guapo, pienso, me conservo mejor y tengo más pelo, resisto dos partidos de baloncesto con mis alumnos, eso es algo. Nos unen el luto en las pupilas y unos punietazos en el pecho. Minuto de silencio y aprovecho para enterrar fantasmas. Otro chapó. Dos aviones se cruzaron el el cielo, pero no los vimos, estaba de camino a otra esquina donde planear el aterrizaje, y allí aterrizamos. Qué rumbo consagramos, Lázaro?, me duele admitir que no era yo, yo era Lázaro, imagínate la cortesía. Tapas de queso, full de reyes y sotas, apurando en las curvas para recortarle metros al primero, chutando desde fuera del área, a ver si esta chicuelina me sale mejor, y justo antes de volver...
... Justo antes de volver se presenta Desideria. Ni idea de quién es, ni ganas de saberlo. Jamás una chispa había levantado un fuego así. Cuánto fue, media hora? dos? tres?, ni me interesa, el caso es que, con la maleta en una mano y el abrigo colgando en otra, "eres capaz de irte y no darme un beso como tiene que ser?", no me jodas, morena! a robar a la cárcel?, yo casi estoy en el aeropuerto, y no tengo catorce anios para irme con dolor de huevos a cascármela a otra parte, vas a soltarme eso delante de toda esta gente? tenía el corazón tan empalmado que brillaba, la pasión es genial, sí, pero no voy a perder un tren al trabajo por bajar al pilón. Ya no.
Y me fui, a traducir cómo le palpita el pecho a Sevilla a una ciudad en blanco y negro. El corazón calentito y mis dos testigos en sus casas, para dar fe. Es la teoría de los cohetes. Pura velocidad.
Esta es la verdad. Así ha ocurrido. Miento, me quedo corto, es la punta del iceberg, sólamente. Íbamos a robar tumbonas de un hotel, a saquear bares y a mantear extranjeras, pero eso es otra narrativa, On the Road se quedaría en mantilla. Es maravilloso saber que todo espera con los mismos sabores. Los mismos sabores.
Delicioso.

Montag, 2. Mai 2011

2 Comments:

alabama said...

Una vez fui a Sevilla, me dijeron que hacían buenas sillas.
La compré, la cargue y más tarde llegué.

Preparé la cena, de esas que no son nada ligeras,
coloqué las velas, en una velada así no se puede discutir,
coloqué el cuchillo el tenedor y la copa,
Ah! y el mantel que era de trapo.

La agarré, la coloqué y me senté.
Las patas se abrieron como una araña,
y enredada en la maraña de patas ni cené.
(Fijate el disgusto que tomé).

Más tarde le telefoneé.
-Señor esa silla no puede salir de Sevilla.

Y sin silla ni ná, me volví hacer de cenar.

PeteSlim said...

Seguiremos macerando en barricas de alcornoque. Bis zum nächsten Mal!

 
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