No pasaba nada. Malos días los tiene cualquiera. Y esta racha ya duraba años.
Yo vestía las sonrisas como si fuera Domingo. Conjugaba chistes y hacía el payaso por inercia y clamaba al fin volverme loco o algo parecido. Todos reían, no se daban cuenta que no era ninguna gracia. Ya me cansaba jugar al antihéroe. Esa sensación de llegar tarde a la estación, de ver cómo se aleja el tren y quedarme esperando, ridículo, como si las vías fuesen a disculparse, o algo parecido. Esa sensación de ordenar otra vez y lentamente la maleta de las fotografías y sólo tenía tres. A veces las miraba tanto que parecía que te movías.
Para colmo, estaba demasiado lejos.
A veces paseaba por un lago de aquí cerca. Cogía piedras y las tiraba lejos, al agua. Las tiraba con todas mis fuerzas, como en las manifestaciones. Tiraba piedras contra el aire, contra el mundo, contra todo tiraba piedras y me imaginaba una gran manifestación, en la que todo el mundo grita, apedrea, agita banderas en contra de un gran poder, yo estaba allí enmedio, tirando piedras en contra del gran poder y cuando pasaba uno me preguntó qué hacía. Yo estaba solo tirando piedras. Al lago de aquí cerca. No había gritos, ni banderas, ni jaleo. Sólo estaba yo, con una piedra en la mano, mirando al lago de aquí cerca. Tan ridículo que daba risa. Volví al piso alquilado y no se lo pude contar a nadie. A quién se lo voy a contar?. En fin.
De noche puedo volverme loco y cometer la locura de escaparme a las fotografías, donde todo es templado y cómodo. Toco el violín como los perros con la luna llena. "Voy a tener que comprarte un cómpact disc, no vas a seguir escuchando ese tocadiscos siempre, no?" me había dicho varias veces. Ningún cómpact disc iba a sonar como mi tocadiscos. "Eres un antiguo" me diría. Yo sé que no lo comprende y no se lo voy a explicar, no merece la pena. A veces tenía la impresión de que sólo el tocadiscos me comprendía. Ahora sólo era el tocadiscos el que me aconsejaba.
En el fondo no pasaba nada. La gente funcionaba perfectamente, tenían sus historias, sus películas, sus relatos fabulosos en los que son el personaje principal y todo es fabuloso, y se montan en un transatlántico y la gente les despide con confettis y una banda de música. A mí siempre me tocaba despedir. Yo tiraba el confetti, y cuando se había ido el barco yo seguía tirando confettis con el gesto cansado y repitiendo en voz baja "feliz viaje" "que os lo paséis bien".
A veces la garganta me engaña. A veces me trago nudos como puños y pienso que son tragos de cerveza. A veces me dan las cuatro de la mañana y no tengo sueño.
Qué lejos estoy.
Qué racha tan larga.
Racha
Publicado por Búfalo um 21:18
1 Comment:
Entre Tom Waits y la racha parece un cuento de alcohólicos malditos con el corazón en flor.
La insomnia señala a los gigantes.
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