Hice más de mil kilómetros para follármela y al final me comí una mierda.
La cosa estaba más que clara. Después de habernos conocido, meses y meses de mails. Que si cuando nos veamos, que si un masaje por aquí, que si una copa por allí, que si esta es mi dirección... meses de mails codificados para no decir ni más ni menos, mails devueltos con la misma intención más un porcentaje que siempre aumentaba. Yo iba como los conquistadores: media sonrisa, pose de seniorito y pagando las copas sin mirar la cuenta.
"... eres tú?, Dios, estás más delgada" así empezaba la convesación que le tendí, como una alfombra colorada para que pudiera dejarse caer a gusto. Después vinieron los piropos a su peinado, a su bisutería, a su colonia, y a su línea, por ese órden. Y ella se desparramaba en sonrisitas complacientes y ligeramente ruborizadas. Sólo hablaba de sus viajes, de sus amigas del gimnasio y de lo que se aburría en su ciudad. "Oh, sólo me divierto cuando vienes" le faltaban violines a sus dientes mientras destilaba esas perlas.
Cuántas copas fueron? ni idea, el caso es que, entre la música, las copas y las terrazas, acabó hablándome de su corazón, y su corazón qué decía?. Pues su corazón decía que había tenido un novio hasta hace poco. Que habían pensado casarse con él. Que una chica como ella está en el momento perfecto de tener hijos - "Pero tú qué edad tienes? - veinticuatro, y esa es la mejor edad para tener hijos, lo he leído en una revista... y el ninio se tiene que criar con sus padres, y hay que educarlo bien, y cuidarlo..." El otro no habría sido un buen padre, "y tú, has pensado en casarte y tener hijos?" - yo sentí una patada en los huevos, pero tuve un ataque de estilo y, diplomáticamente, quitándole todo el ímpetu que pudiera tener en ese momento, lo condensé todo en "... en absoluto". Cuando fui a mear casi no me la encuentro.
"Dentro de diez minutos sale mi último metro" - su sonrisa melosa de pescadora de maridos, su tono de anzuelo para pardillos moralistas, "pues vamos a acabarnos las copas rápido, que hace mucho frío para esperar hasta las seis de la maniana". Yo me dejé la copa por la mitad. Por el camino se me intenta agarrar al brazo y por poco no me da un calambre. La llevé a la parada, llegó el metro y en cinco segundos la bendije con la mano derecha, le puse un sello en la frente y la envié con su madre, que la comprenda, que la entienda y que la secunde. La sensación de haber salvado los muebles. Menudo Casanova.
Pues eso. Que después volví a mi piso alquilado, pensé en darme un festín y me descongelé una pizza. Eran casi las ocho de la noche y en la radio decían que maniana habría tres grados bajo cero. Le eché queso a la pizza y salió tremendamente romántica. El Betis jugaba con el Real Madrid. Eso acababa en fiesta seguro. Lo vi por internet y pensé que estaba en el mejor momento de mi vida.
Romanticismos
Publicado por Búfalo um 20:18
2 Comments:
Menos mal, me tenías preocupada. Llegué a pensar que te había inventado.
Buena respuesta. Por poco. Aunque lo de ella suena a historia repele-hombres, com tu respuesta repele-esposas.
Arrrgh, la especulación tiende al infinito!
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